Cuenta la
leyenda que un 12 de julio de 1923, llego al mundo un niño, que vivió una
infancia común a la de cualquier niño argentino, feliz, sana, llena de afectos
y bien enfocada, los que promulgo a que este infante salga fuerte para todo,
para enfrentar cada etapa de su vida.
Entendió
con el correr de los años que para abrir nuevos caminos, hay que inventar;
experimentar; crecer, correr riesgos, romper las reglas, equivocarse... Y
volver a empezar.
Bien
enfocado, con la madurez exacta y por sobre todas las cosas, con la luminosidad
de un mente brillante, como pocos son capaces de desarrollar, comenzó su
carrera profesional.
En
realidad, era un joven que llego a un
alto nivel de madurez, salud y autosatisfacción, tenia tanto que enseñarnos
que, a veces, casi parece que pertenecía a una especia diferente de seres
humanos.
Los
iluminados por siglos fueron pocos y acá en Argentina, tuvimos la suerte y sin
embargo a la misma vez la no videncia, de quien era un destello de conocimiento
cardiovascular, de marca registrada Argentina.
No solo se recibió
de medico y especialista en cardiología, sino que también alcanzo el posgrado
en ser humano, con las mejores calificaciones.
Su filosofía
de vida, apuntaba primero al ser humano, luego a la profesión y a la vez,
lograba la conjunción de ambas variables, que fue el paralelismo justo para
lograr resultados sorprendentes.
Siempre con
su guardapolvo blanco, su cara de resignación, sus acciones siempre correctas,
puntuales, colmadas de una cascada de sabiduría, tanto en lo profesional, como
en lo humano, recorría su fundación, visitando a cada uno de sus pacientes porque
para él, antes que la medicina y la aparatologías, estaba la relación humana,
la cordialidad, el compromiso y sobre todo la lealtad con la que asumía cada
caso en particular.
Sin embargo
una vez mas la situación económica y política de nuestra, a veces repudiada,
como en esta oportunidad, Argentina, no supo contener, cobijar y darle un lugar
a la persona más comprometida con la sociedad Argentina, de su medicina tan
particular y su trato tan humilde.
Mendigo por
las Instituciones burocráticas todas. Golpe puerta, tras puerta, que se le puso
en frente, con el respeto que lo caracterizaba, exponiendo sus argumentos que
tenia impregnados en la piel y le desbordaban irónicamente su corazón.
La vergüenza
colmaba su cara, tan solo por pedir lo que realmente merecía para poder
continuar con su desarrollo profesional y humano. Pero a pesar de su vergüenza,
de su talento, de su necesidad real, todas las puertas se le cerraron.
Con un
dolor inmerso que embargo su corazón, él quien siempre alivio las dolencias del
mismo, no pudo con el suyo, se le desbordo, se le resigno.
No hubo
transplante q lo salvara, no funciono bypass para tanta angustia, tampoco un
cambio de bomba pudo regenerarle toda la sangre, para dar vuelta la pagina y
volver a empezar.
Particularmente
desde mi persona, como no admirarlo, si tres veces le salvo la vida a una de
las personas más importantes, para mí, con sus manos, con sus conocimientos y
su dedicación.
Pero la
cuarta vez, los logros no fueron los mismos, sin embargo el con su humildad,
con dolor en sus ojos, buscando las palabras mas humanas y menos dolorosa,
salio de su quirófano, miro a un familiar mío y dijo: “Hicimos todo lo
profesionalmente, aparatologicamente y humanamente posible, pero la última
palabra y decisión la tiene Dios.
Horas más
tardes con la cara desolada, y los ojos llenos de lágrimas, comunico que esta
persona había fallecido y pidió disculpas. Si!!!!..... la eminencia en cardiología
pidiendo disculpas a mi familia, porque se le había ido una vida.
Un día de
repente, con resignación, con desilusión y desesperanzado de alguna respuesta
de quienes se decían los que gobernaban y cuidaban nuestra sociedad. Una respuesta
favorable para que pueda afrontar la gran deuda económica que tenía su fundación.
El gran cirujano en un acto que no se puede definir de valentía o cobardía.
Como una
paradoja, como una ironía, como una contradicción lógica o una situación que infligió
el sentido común, Rene Favaloro, se quito la vida de un disparo justo al corazón,
por el que tanto estudio, investigo y se especializo.
Pero toda
la humanidad sabe que este fue
profesional, murió con la dignidad de un hombre comprometido con el mundo, con
la sociedad, en fin con cada ser humano.
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